A pesar de lo que pueda parecer, no se trata de escribir un artículo sobre las distintas recetas de cocina de esta maravillosa fruta, pero si trasladaros, a través de una anécdota, aspectos relacionados con el comportamiento de las personas según su interés y motivación para hacer una acción.
Hace unos días hablando con un amigo empresario, éste me hablaba de las enormes dificultades que tiene con el personal de su empresa, y, me explicaba casi resignado que cada día le cuesta más lograr que sus trabajadores se sientan motivados para hacer un determinado trabajo. Yo le contesté que éste es un problema complicado y común a todo tipo de organizaciones, aunque no pienso que hoy sea más complicado que hace unos años. También le dije que bajo mi punto de vista en demasiadas ocasiones los empresarios confiamos que vamos a tener éxito con una determinada persona y luego nos llevamos una desilusión, algo que nos va llenando de piedrecitas esa mochila que llevamos todos los días en nuestra espalda. Así que sin pensarlo aproveché la ocasión para compartir una anécdota con él.
CORTANDO EL MELÓN
Hace unas semanas, en una de esas cenas entre un padre y sus hijos adolescentes en los que parece no va a pasar nada fuera de lo habitual, ocurre una de esas rarezas que vale la pena contar. ¡Papá, ya tengo claro que quiero ser de mayor! Hombre, hijo mío, hacía tiempo que tenía ganas de hablar de esto contigo, y, reconozco que ha sido una grata sorpresa que hayas sido tu quien haya sacado el tema. Dime, estoy ansioso, le dijo el padre expectante. ¡Quiero emprender! ¡Quiero tener mi propia empresa! El tema fue interesante para ambos y dio para un buen rato de conversación, hablaron de posibilidades, ilusiones, motivaciones, incluso de alguna idea.
El tiempo pasó tan rápido que pronto se acabaron los entrantes y el plato principal, así que llegó el momento del postre. Papá ¿Qué hay de postre? Preguntó el hijo, tenemos melón, fresco y dulce, como nos gusta. Así que el padre llevó el sabroso postre a la mesa para ser degustado. Papá ¿Me cortas un trozo, por favor? El padre se quedó por segunda vez sorprendido, aunque esta vez algo contrariado porque ya le había explicado en muchas ocasiones como podía cortar el melón.
Para los que no lo sepáis, el melón se puede cortar de muchísimas maneras. ¿Os acordáis de Forrest Gump y como relataba la cantidad de maneras que se puede degustar una gamba? Pues casi lo mismo. Es increíble cómo se puede llegar a degustar un melón, a rodajas, cuadraditos, redondos, con piel, sin ella, con jamón, con tenedor, con cuchara, bueno, creo que os hacéis una idea.
INTERÉS, MOTIVACIÓN Y ESCUCHA ACTIVA
Podemos decir que para hacer que las personas de una organización se muevan en una determinada dirección (tarea, proyecto o responsabilidad), puede ser muy necesario poseer ciertas habilidades tales como la influencia, la comunicación, la gestión de conflictos, el liderazgo o incluso ser catalizadores de los cambios. Pues bien, podéis ser verdaderos expertos y tener grandes habilidades, pero si a la persona con la que vais a tratar le falta interés o motivación todas esas habilidades no os servirán de nada, os lo puedo asegurar.
Escuchar es un arte, y, lo podríamos definir como un acto voluntario de tener toda la atención en el otro, respetando todo lo que dice, y, con disposición (interés) para conocer todo aquello que se nos dice. ¿Alguno de vosotros ha tenido la sensación que esto no os ocurre cuándo habláis con alguno de vuestros trabajadores?
En muchas escuelas y universidades la educación está más enfocada a hablar que a escuchar. Parece que lo más importante es que aprendamos a hablar bien y sepamos explicarnos de la manera que precisemos. Durante los primeros años escuchamos a nuestros padres y aprendemos a hablar, después a nuestros maestros que nos enseñan conocimientos de los que podremos hablar y así hacernos entender. Sin embargo, ¿Quién nos enseña explícitamente a escuchar? Saber hacer una escucha activa no solo nos ayuda a tener un mayor conocimiento, sino también nos ayuda en nuestras vidas, con nuestra pareja, nuestros hijos, nuestros empleados o nuestros amigos.
Si nuestra intención con una persona es la realización de una tarea, un proyecto o bien delegar en él una determinada responsabilidad, practica primero la escucha activa con él, porque a buen seguro te permitirá formular mejores preguntas que te ayudarán a definir mejor esa tarea, proyecto o delegación. ¿Qué valoras más de nuestra empresa? ¿Qué te gustaría hacer para mejorar el servicio con nuestros clientes? ¿Qué logros has realizado recientemente? ¿Qué más puedes hacer que aún no has realizado?
Cuando los gerentes de una clínica veterinaria encuentran serias dificultades para motivar a su equipo o incluso a una nueva persona recién contratada, hay que parar un momento, respirar, dedicarse diez minutos y reflexionar. Es importante determinar el nivel de motivación existente en cada uno de ellos, ya que sabemos el interés existe (querer un trabajo). ¿Quieren ser los mejores o solo hacerlo bien? ¿Quieren que nuestros clientes sean felices o simplemente estén satisfechos? ¿Quieren trabajar individualmente o en equipo?
Desde hace tiempo los gerentes veterinarios tienen gran dificultad en la gestión del personal, un problema que puede tener su origen en el momento de la contratación. Hoy en día además se exige a los candidatos en busca de un empleo que sean talentosos, entusiastas, curiosos, que generen ideas, que sean analíticos y muy flexibles, es decir, un super héroe. Si por ambas partes se promueve la escucha activa muy probablemente las necesidades y expectativas serán más realistas y con ello la posibilidad de alcanzar un acuerdo más fácilmente.
Para concluir, si quieres crear interés explica quién eres y lo que has luchado para llegar dónde estás, trasmite valor (sin dramatizar). Para motivar, haz preguntas sencillas sobre que valora de tu empresa y cómo podría mejorarla (persecución de logro y notoriedad), si las respuestas te convencen serán de gran ayuda en tu decisión.
Ah, para los que lleváis un rato pensando que pasó con el melón … Os lo explico de forma muy simple, el hijo tenía suficiente interés, pero no la necesaria motivación. El melón se lo comió su hermana, quién desde hace mucho tiempo tiene gran interés y motivación por esta deliciosa fruta.