CUANDO TENEMOS QUE PLANIFICAR OBJETIVOS, PODEMOS QUEDARNOS BLOQUEADOS AL DARNOS CUENTA QUE DE ÉSTOS NO SIEMPRE SE CUMPLEN COMO HABÍAMOS DESEADO, E INCLUSO QUE A VECES NO NOS SATISFACEN.
Un puente colgante es un puente sostenido por un arco invertido formado por numerosos cables de acero, del que se suspende el tablero del puente mediante tirantes verticales. Desde la antigüedad este tipo de puentes han sido utilizados por la humanidad para salvar obstáculos.
Si asociamos ese vértigo a la “dificultad incremental” que nos vamos encontrando al ascender en nuestra trayectoria profesional , los puentes colgantes pueden ser una de las soluciones frente a dichas dificultades, entendido como el esfuerzo frente a la dificultad, consiguiendo finalmente un determinado rendimiento … pasar al otro lado. Fisiológicamente el vértigo está asociado con trastornos del oído interno, y, que nos puede generar una ilusión de movimiento, girando nosotros sobre el espacio o éste alrededor nuestro. Así que el vértigo a saltar lo podemos asociar igualmente a todo aquello que nos condiciona a realizar dicho esfuerzo: metas, objetivos, retos, desafíos, responsabilidades, etc., para finalmente alcanzar un límite.
Cualquier reto o misión a emprender, debe ser un proceso de naturaleza propia y que esté dentro de nuestro alcance y control, como construir un puente colgante. Este proceso comprende cuatro fases emocionales en el tiempo:
- Tomar conciencia: ¡Tengo que cambiar!
- Querer: ¡Ahora voy a empezar!
- Saber: ¡Habilidades y recursos!
- Hacerlo: ¡Empezar y perseverar!
Seamos constructores de puentes colgantes, no es difícil, basta proponérselo. Se proactivo, márcate un propósito, compréndelo, prioriza sobre éste y progresa.
“Actúa bien y tendrás a tu alrededor envidiosos; hazlo mejor y confundirás a los envidiosos”. Proverbio francés”.